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Romance | El pecado del santo

Actualizado: 7 jul 2020

Osvaldo Olivera | mboehara@gmail.com | junio 2020

1/ Solo telarañas

Un domingo después de una tormenta, decidió volver a cruzar el río, subió a la canoa y remó a contracorriente hasta el esteral de dónde salió. Había cruzado a la otra orilla cinco años atrás, olvidar ese arrabal dónde pasaba los días, mustio confeccionaba poppets.

Cuando cruzó el río, una tarde cualquiera, ya del otro lado y con el ocaso tras de sí, se sentó bajo un sauce a mirar como el sol caía sobre su ribera, la consciencia, faca cruel, lo atormentaba. Caminó por aquella playa de arena gorda y subió hasta la ciudad, llegó a una plaza donde estaba la figura de San Antonio, en esas calles intrincadas encontró refugio, recorrió sus huecos, admiró los jardines, sus azahares. La ciudad lo abrazó, en un parque y a la luz de la luna, olvidó los poppets, los vidrios rotos de su arrabal y disfrutó sin culpas de aquella ciudad, muchos viernes, al terminar de juntar sus cachivaches antiguos que vendía en la Feria de la plaza Americana, iba a olvidar las imágenes del pasado en el jardín oriental, comprendió que a la nostalgia no se regresa sin dolor.

Sin embargo, un lunes, regresó a la plaza, besó los pies de San Antonio, bajó a la playa de arena gorda y volvió a sentarse bajo el sauce que lo recibió cinco años atrás.

_ Solo telarañas que teje el yuyal. Dijo en voz baja, recordando un tango.

Y volvió a su orilla, a su arrabal, a los vidrios rotos, al rosal del cual se había despedido. La nostalgia sangra reminiscencia.

2/ El árbol donde mueren las aves

Sentado en un banco, hecho del pedazo de una columna de alumbrado, miraba directo al río y pensaba en aquel sauce.

_ ¿Los árboles tendrán sexo, son machos y hembras? Ese sauce es: ¿Un sauce o una sauce?

Ante la duda, decidió que era "una sauce" y la llamó Antonia, en honor al santo que lo había recibido y al cual se encomendó al llegar al otro lado del río. Había terminado dos nuevos poppets y fue a comprar cigarrillos, en el kiosco pidió una cajetilla de Chesterfield y fijó la mirada en un pequeño paquete.

_ ¿Esos cigarros de dónde son? Preguntó a la kiosquera.

_ Son cigarros de Doña María, se llaman Señorita porque son finitos y suaves.

_ Dejá los Chester, voy a llevar seis Señoritas.

Caminó por el barrio, fumando su cigarro, cuando pasó por debajo de un enorme mango, un ave cayó frente a él, le dio la impresión de que se había suicidado, la tomó con una mano y miró al ave, advirtió que era vieja, mentalmente analizaba si había muerto primero y cayó sola o tomó la decisión de eliminarse, luego miró hacia arriba y escuchó varios trinos y piares. Se sentó en el cordón de la vereda, mientras fumaba, con su mano escarbaba los yuyos de entre las piedras del empedrado, a un costado dejó aquella ave muerta.

_ Hasta las aves tienen donde morir. No mejoro, tampoco empeoro, cuando sienta a la muerte venir, iré junto a Antonia, bajo sus ramas me dejaré llevar, es llorona, sé que va a llorar.

3/ El orfanato de las palabras

Camina lento, por el medio del empedrado que lo lleva al arrabal, al lado de la mesita de metal del quinielero está el copetín, un par de ancianos están tomando cerveza en botellas de un litro, uno de ellos toca la guitarra y el otro canta con un Kentucky prendido entre los dedos:

Yo vi de una garza mora

Dándole combate a un río

Así es como se enamora

Tu corazón con el mío

Tonada de la luna llena, cantaba su madre mientras colgaba la ropa en los alambres del cerco de su casa, allá en su pueblo, luego cuando su padre murió en la revolución, se vieron obligados a migrar a la capital, cuando llegaron fueron a la plaza que está frente a la estación, la madre se encontró con un primo y fueron todos hasta los arrabales.

_ Ha pasado tanto desde ese tiempo, el arrabal está más lindo, pero el silencio es más grande.

Dijo mientras prendía un cigarro, pensó que las palabras, cuando no tienen destinatarios son huérfanas: Así es como se enamora tu corazón con el mío, todas esas palabras, cuando no tienen a quien llegar no son más que criaturas abandonadas en el yuyal, sin amparo. ¿Quién cuida de las palabras sin patria potestad?

Al llegar frente al atlético, el club de vóley del barrio, vio un nuevo stencil, era el dibujo de una luna con un texto por debajo: una noche tibia.

_ ¿Dónde estás ahora? mi ser te añora con frenesí.

Está abandonada la luna, igual que las palabras que te recuerdan.

4/ La felicidad, una forma de amargura

_ ¿Si eras feliz del otro lado, entonces, por qué volviste?

_ Pasa que todas las veces que fui feliz luego se volvió dolor, planté una rosa, pero un día vino una granizada, mi felicidad se fue al río.

Hablaba con su propia figura mientras se afeitaba, de un clavo colgaba un espejo, el jabón hacía menos dolorosa la Gillette cuando raspaba su piel, terminó de afeitarse y salió a la calle, vio venir a Dolores, era quien le encargaban los poppets. Conversaron brevemente, ella entregó dos fotografías que él guardó dentro de un cuaderno deslucido y viejo, luego extendió su mano y Dolores le pasó un billete y una flor.

_ ¿La flor para qué es?

_ Para vos, está bendecida, para que te cuide ¿Tenés algo para tomar?

_ Tengo, lo que no tengo es hielo.

_ A vos, corazón triste, hielo es lo que te sobra.

Sobre la mesa, pintada de verde oscuro, estaban dos vasos de aluminio y una botella de ron, en un plato enlozado había hojas de catuaba, anís estrellado y canela en rama. Sirvió el ron en ambos vasos, Dolores tomó dos hojas de catuaba, las machucó con los dedos y las tiró dentro del vaso, Él tomó un pedazo de canela en rama con la cual revolvió el ron y luego la chupo, finalmente la puso dentro del vaso, casi como el decorado de un trago de bares elegantes.

_ Hubo un tiempo que fuimos felices. Dijo Dolores

_ Y hubo otro tiempo que nos dolió ser felices.

_ Es que todo lo amargo, como la catuaba, cuando te gusta es dulce.

5/ ¿Amarre viene de amar?

Dolores lo acompañó un buen tiempo, a la tercera ronda de ron con catuaba, ella se levantó y trastabilló, con esfuerzo se sostuvo, una de las chancletas salió despedida hasta la puerta.

_ ¡Ay Domingo, este ron es muy fuerte y amargo!

_ ¿Qué pasó con: si te gusta no importa que sea amargo?

_ Me refería a otras amarguras, acompañame hasta la parada del bus.

_ Quedate a dormir, la más poderosa de las brujas de estos valles no puede andar borracha así por la calle, van a descubrir que sos carne, tripa y varices, como todas.

Dolores le tiró el anís estrellado por la cara, pero ambos rieron un buen rato, ella dijo que tenía hambre, él dijo que se tome un baño y mientras veía qué podía preparar para cenar. Como no tenía heladera, no era mucho lo que tenía guardado, así que sacó de la olla unas cuantas mandiocas hervidas que le habían sobrado del almuerzo, las cortó en trozos pequeños y las fritó con huevos, rodajas de fiambre con grasa y ajo picado. Ella salió del baño liada con una toalla y sintió el olor de la fritura.

_ Más que tu corazón, extraño tu sazón.

_ Mi corazón, Dolores, también tiene sazón, pero amar es un ingrediente que no sé cómo se usa.

_ Yo hago amarres, para todo y para todos, pero nunca pude lograr que tu boca diga: amor.

_ Ese es el problema, mientras amarres a otros, nadie te amarrará, vamos a cenar.

_ Tu comida siempre fue un amarre.

6/ Todos los días son domingos

Cuando Dolores despertó separó la mano de Domingo de su pecho y luego a él que estaba recostado sobre su espalda, le dolían las piernas y le daban puntadas en la cabeza, tomó un baño y salió a buscar un kiosco, le gustaba el barrio, las calles se fueron haciendo según la gente circulaba sobre el esteral que era en origen, algunas eran más anchas y otras simplemente un caminero que los propios vecinos fueron poniéndole diferentes pisos, cruzó por la cancha de fut-voley, que no era más que un rectángulo de tierra con algunos charcos de agua. Desde la capilla "Virgen de Caacupé", que todos los domingos transmite la misa por alto parlante, se escuchaba:

_ Bendito seas, Señor Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

_ Bendito seas por siempre, Señor. Respondieron los feligreses.

Comprendió que era un poco más de las siete de la mañana, del kiosco compró una leche en sachet, dos sobres de café soluble y un cuarto de galletas, volvió sobre sus pasos, saludó a los vecinos y entró a la casa de Domingo, quien se estaba duchando. Calentó la leche y esperó a que salga del baño.

_ Buen día. Dijo Domingo y agregó: ¿Ya no duelo?

_ Siempre vas a dolerme, he pasado cinco años esperando que vuelvas de la otra orilla, corazón.

_ Los domingos son dolores que terminan los lunes.

_ Quiero todos los días así.

7/ El deseo de la manzana

Fueron juntos hasta la avenida, antes de subir al bus se despidió de Domingo con dos besos en la mejilla, llegó a su barrio, una loma donde los siglos no habían modificado nada, bajó en la esquina de la plaza, decidió cruzarla e ir a la Capilla Stella Maris. Era devota de Nuestra Señora Stella Maris o Jemanjá madre de todos los orishas, luego de prender una vela y rezar por el alma de Domingo fue hacia su casa, al llegar frente al portón un hombre descendió de un vehículo y caminó al encuentro de ella.

_ Buen día, ¿Usted es Dolores? Dijo escuetamente.

_ Sí, ¿Qué se le ofrece?

_ Estoy necesitando su ayuda, por un caso amoroso.

_ Hoy no es buen día para eso. Dijo Dolores, mientras abría el candado del portón de madera de su casa.

El hombre explicó que había conocido a una mujer mucho más joven que él y aunque ella demostraba interés en salir y estar juntos, tenía miedo de perderla, para él, ella era un pecado, un fruto prohibido, pero que la atracción que sentía era mucha y urgente.

Dolores no pudo evitar pensar en Domingo, ese parco corazón al que nunca pudo hacer latir de prisa, llevaban años viéndose a intervalos que podían variar entre una semana y cinco años, ahora frente a ella un hombre suplicaba sus servicios para que una mujer se enamorara de él.

_ ¡Ay, Domingo, Ay Domingo! desearía que fueras este hombre. Pensó mientras buscaba la llave de la puerta en su diminuto monedero.

8/ Confesiones de Invierno

Convenció a ese hombre que regrese el lunes, así ella tenía tiempo de leer y prepararse para hacer el trabajo que le había solicitado.

Desde que murió su madre vivía sola en ese caserón, no podía quedar embarazada y aunque pudiera, pensaba que no podría dar un buen ejemplo a ningún hijo. Preparó un café filtrado y llamó a Micaela, su gata-parda, eran tan cómplices que cuando la olió, Dolores no tuvo más alternativa que confesarle que había estado con Domingo, la mirada de la gata fue de reprobación. Quiso escuchar música, al fondo de la sala estaba el tocadisco Philips que su madre le había regalado.

Eligió escuchar Confesiones de Invierno, siempre le gustó Sui Generis y Nito Mestre era su amor platónico:

...Y tal vez esperé demasiado

Quisiera que estuviera aquí

Cerrarán la puerta de este infierno

y es posible que me quiera ir...

_ Lo que ocurre Micaela, aunque me digas que no, es que él me quiere, hace nueve años atrás una tarde de abril, nos abrazamos y lo besé, estábamos recostados por un jazmín magno en el parque del mangrullo.

Los domingos de tarde, en la calma de ese día anodino, la soledad siempre cobra por adelantado, irreductible su alma no se rendía ante el silencio, fue hasta al fondo de su casa a arreglar sus plantas, sacó las flores secas de los malvones, y cortó algunos gajos de su Lima de Persia, sacó unas hojas de eneldo para preparar un té, le gustaba el sabor ligeramente dulzón.

_ Los lunes ya me siento bien.

9/ Flores en el cementerio

_ Necesito una foto de ella y otra tuya, que me traigas una manzana roja, sin magulladuras, en la semana no la veas, tampoco tengas sexo, con nadie. Te espero el viernes un poco antes de las 9 de la noche.

Conversó con él unos minutos, dijo que tenía una hija, la habían asesinado cuando ella tenía 18 años, habían pasado 25 años de eso, un día ocurrió algo: Fue a visitar a su hija Lourdes al cementerio, cuando se detuvo en la florista, una joven estaba comprando unos claveles, mientras él pagaba las flores la perdió de vista, pero cuando llegó al panteón familiar vio que la joven estaba al lado, había ido a visitar a su abuela, conversaron y luego salieron juntos del cementerio, dos semanas después se dieron el primer beso.

_ Sabe usted, Dolores, ¿qué estaba haciendo 25 años atrás?

_ Tengo algunas ideas, pero no sé qué estaba haciendo hace 25 años.

_ El día que estaba velando a mi hija, la mujer de la cual hoy estoy enamorado nacía. ¿Se da cuenta? nació el día que enterré a mi hija, aún más, se llama igual que ella.

Dolores no supo qué decir, en los años que llevaba haciendo cosas vinculadas con la magia, no había escuchado una historia así, las coincidencias son caprichos de espíritus que juegan con las vidas de las personas, desde hace mucho sabe que no existe solo un ser superior, son muchos, miles, incontables, esos entes anhelan ser carne, la debilidad del cosmos es disfrutar los placeres de la carne.

10/ De esta fruta no comerás

Dolores abrió el portón de su casa, el hombre entró, fueron hasta la habitación donde ella hacía sus trabajos, él le entregó la fotografía de ella.

_ Es muy hermosa. Sostuvo Dolores.

Juntó las fotografías con miel, luego hizo un hoyo en la manzana que llegaba justo hasta el corazón de la fruta, puso un poco de miel en el hueco, luego tomó las fotografías y las acomodó en el hueco, después puso un poco de azúcar y volvió a completar el hoyo con miel.

Sacó de una caja tres velas, la mitad inferior negra y la superior roja, en cada vela con la ayuda de un cuchillo escribió: Pasión, deseo, sexo. Luego las prendió de a una, echó siete gotas de cada vela encima del hoyo de la manzana y puso las velas a su alrededor, tomó de la mano al hombre y rezaron:

Ayúdame Reina mía,

para que solamente René,

sea el dueño del corazón de Lourdes,

que Lourdes sea su posesión más preciada,

que su deseo y sueño sea estar con René.

Que siempre tenga las atenciones de su amor,

cada día su amor hacia René crezca y sea más grande,

que él no pueda vivir sin el amor de Lourdes

en esta vida y en toda la eternidad,

por los siglos de los siglos, amén.

Salve Pomba Gira.

Esperaron a que las velas se consumieran, luego Dolores explicó al hombre que deje la ofrenda a la Pomba en una encrucijada en forma de "T", es decir, en una calle que termine en un cruce sin salida.

11/ Es domingo, Domingo

Después que Dolores haya subido al bus, él prendió el último cigarro Señorita que le quedaba y fue caminando hasta su casa, aparte de hacer poppets, solía vender alhajas, figuras y estampas sacras en la vereda del templo de San Jorge.

Juntó las mercaderías de santos que tenía, las puso en una bolsa y fue, a paso firme hasta el templo, la misa empezaba a las ocho y estaría por terminar, apenas acomodó sus chucherías una joven se acercó y dijo:

_ Estoy buscando la figura de Nuestra Señora de la Dulce Espera.

_ No tengo esa ahora, para el próximo domingo puedo prepararte.

La joven estuvo de acuerdo, esta imagen es venerada por mujeres embarazadas, o de embarazos complicados o cuando no pueden quedar en cinta.

_ ¿Estás esperando una bendición y se te complicó, mi'ja?

_ No, quiero pedirle algo, le tengo mucha fe. Dijo y luego sonrío.

Empezaron a salir las personas de la misa y Domingo se concentró en ofrecer sus productos, pero calculaba cómo hacer una "Dulce Espera", además, aquella joven era hermosa y tenía algo que cautivó la atención de Domingo.

Regresando al arrabal pensaba en la joven, trataba de imaginar quién tendría la fortuna de merecer su amor, o cómo sería un día de una persona tan bella. Al llegar a su casa buscó un libro con imágenes de santos que tenía, llegó hasta la imagen de Nuestra Señora de la Dulce Espera y encontró una estampa de San Cipriano, él sabía que ese santo no aparece por casualidad, elige a quien.

12/ Puedes oírme, puedes oírme

Cipriano era un brujo que, según la leyenda, logró entrar en contacto directo con Lucifer. Cierto día se acercó Agladio pidiendo que interceda para que Justina se enamoré de él, Cipriano prometió que en poco tiempo ella estaría enamorada de Agladio, pero al ver a la muchacha, Cipriano la quiso para él, hizo una buena cantidad de hechizos sin resultados, consultó con Lucifer por qué Justina no era permeable a sus hechizos, el maligno dijo que ella tenía a Jesucristo en su corazón y que mientras sea así, ningún hechizo puede funcionar.

Cipriano abandonó la magia y se convirtió al cristianismo solo para estar con Justina, llegó a ser Obispo, pero por sus prácticas cristianas y negar al emperador, fue arrestado junto a Justina, ambos fueron azotados y despellejados, posterior a este martirio fueron cocinados en una marmita con agua hirviendo y posteriormente sus cuerpos fueron destrozados, para que nadie los pueda llevar.

Cipriano y Justina fueron amantes y murieron juntos, en 1969 fueron borrados del Martirologio Romano, las figuras de San Cipriano y Justina siempre están estrechamente vinculadas, fueron recibidos en los valles del infierno convirtiéndose en evangelizadores de la palabra de Lucifer, vagan por el tiempo reclutando almas para su Señor e intentando estar juntos en algún momento, ser carne, poder amarse. La nigromancia cita a Cipriano como autor de uno de los grimorios más conocidos: El libro de San Cipriano.

La religión Umbanda, tomó a San Cipriano como uno de sus santos, es el jefe de los espíritus dedicados a complacer pedidos de hechicería y magia negra.

13/ Para estar contigo, para ser libre

Domingo comprendió que la muchacha no había sido una coincidencia, la tarde del viernes fue hasta la vieja librería de Juan Carlos y preguntó si tenía el Libro de San Cipriano, el librero dijo que había visto ese libro en uno de los estantes del fondo, la librería era un depósito de libros usados, casi sin orden.

Conocía al librero de hace décadas, mientras buscaba entre los estantes, escuchó una música en inglés, a Domingo no le gusta la música en inglés, pero la melodía de esta le pareció linda, encontró el libro de San Cipriano y mientras pagaba, preguntó qué música estaba sonando, Juan Carlos le dijo que era Sailing de Rod Stewart.

_ ¿Y eso qué significa? Preguntó Domingo.

_ Navegando, el título es navegando, no entiendo bien tampoco, pero suena lindo.

Pensó en ir a leer el libro en la escalinata, se sentó en un banco, frente a él estaba una hermosa casona antigua y un enorme árbol. Se acomodó y hojeó el libro, en una de las hojas estaba un trozo de papel doblado, lo abrió y pudo leer:

Lourdes,

Hay amores que tienen tiempo, te dedico una canción:

Puedes oírme, puedes oírme

a través de la noche oscura, lejos

estoy muriendo, siempre intentando

estar contigo, quien lo podría decir.

(Sailing, Rod Stewart)

Te amo, nos vemos pronto… René (26/9/1984)

Domingo, guardó el papel y comprendió que era el elegido para algo, el 26 de setiembre es la festividad de San Cipriano. Alrededor de las nueve de la noche, decidió volver a su casa.

14/ La desgracia se huele

El hombre, salió de la casa de Dolores pasada la medianoche, recordaba las palabras de la bruja: encrucijada en forma de "T", es decir, en una calle que termine en un cruce sin salida. Le vino en mente la escalinata, la calle que la atraviesa continúa una cuadra y la otra muere en las escaleras.

Llegó hasta el lugar y estacionó, vio a un guardia en la esquina, esperó a que se mueva y bajó del auto, dejó la manzana pegada a la acera y al volver la vista hacia el automóvil, percibió a un enorme perro callejero, en la medida que se acercaba, este empezó a ladrar, tomó una piedra de la calle y la arrojó hacia el perro, se apresuró porque pensó que el guardia no tardaría en volver al escuchar los ladridos, al llegar a su auto, un mendigo bajo y gordo de tez muy oscura lo estaba mirando, el perro seguía ladrando de forma insistente.

_ Calmale a tu perro, ya me voy.

_ Está calmado, te avisa de una desgracia.

Cuando iba a subir al automóvil, el guardia preguntó qué estaba haciendo, él dijo que bajó a orinar un momento, que ya se iba, el guardia se le acercó y le dijo que necesitaba anotar el número de su matrícula, por qué queda guardado en el circuito cerrado y si había problemas, era su responsabilidad. El hombre subió intempestivamente, salió a gran velocidad del lugar, al llegar a la esquina dobló y ahí volvió a ver al mendigo y su perro, quietos como estatuas, mirándolo.

15/ El infortunio de amar

Sintió miedo, solo pasaron segundos desde que había visto a aquel hombre y su mascota en la esquina anterior, de donde salió huyendo, no tuvo tiempo de pensar en nada específico solo atinó a acelerar todo lo que pudo y siguió mirando por el retrovisor buscando la figura del mendigo, no se percató que llegó a la bocacalle, un camión recolector de basura lo llevó por delante, arrastró el vehículo unos veinte metros y terminó incrustado por un poste de alumbrado público, por el impacto, el cuerpo del hombre fue despedido del interior de la cabina, aún no estaba muerto, cuando llegaron las primeras personas a ver lo que pasó, su cuerpo tenía espasmos y el trataba de hilvanar algunas palabras pidiendo auxilio, una de sus manos fue rebanada y la sangre manaba por chorros, un pedazo de metal estaba incrustado en su clavícula y se veía una espuma blanca saliendo de un corte enorme en su cabeza, en medio del tumulto, una mujer alta y robusta, caminó hasta el infortunado y al llegar al cuerpo, lo tocó y en voz baja dijo: San Cipriano, se que tienes ese poder y te pido que él pueda olvidar a cualquier mujer que se encuentre en su cabeza, recibe a este hombre como un nuevo siervo tuyo, San Cipriano Bendito, ven que yo te necesito. Así sea.

Luego volvió a cruzar la calle y fue hasta la esquina, ahí estaba el mendigo y su perro, se miraron y desaparecieron en la penumbra de la calle, al llegar los paramédicos el hombre estaba muerto.

16/ Lágrimas del silencio

Ella despertó pasada las ocho, hubiera querido dormir más, pero la costumbre traicionaba, ató su enorme cabellera negra, se levantó y fue caminando hasta la cocina, saludó a su madre, tenía puesta una camiseta de la academia de danza donde practicaba, la camiseta tapaba sus panties de color negro, acarició a su gato, luego preparó café con leche y un mixto, se sentó al lado de su madre que estaba viendo el noticiero.

_ Hubo un accidente feo en la madrugada, un vehículo fue arrastrado por un camión recolector, murió un hombre, casi descuartizado.

Ella miró la televisión, el vehículo le pareció conocido.

_ ¿Dijo el nombre de la persona que murió?

En ese momento, el cronista dijo el nombre y la edad del hombre fallecido, ella se quedó en silencio y dijo a su madre que le dolía la cabeza, fue de nuevo a su habitación. Lloró en soledad varias horas, hasta que su madre dijo que el almuerzo estaba listo, su madre preguntó si sucedía algo y ella dijo estaba saliendo con alguien, pero que le había dicho que quería terminar, volvió a su habitación y las lágrimas volvieron a brotar, había conocido a René solo unos meses atrás, no podía decir a nadie lo que pasaba, él y ella se habían visto a escondidas, en su casa nunca entenderían, en la casa de él menos, la diferencia de edad entre ambos era demasiada, pero se había enamorado de ese hombre, desde el momento que lo vio comprando flores en el cementerio sintió una atracción. Ahora estaba muerto.

17/ Flores de la soledad

En la mañana del domingo, Lourdes dijo a sus padres que no iría a misa, tenía un funeral, llamó a un taxi y por el camino pidió al taxista que pase por el cementerio, bajó un momento y compró un ramo de rosas, luego dio una dirección al taxista, al llegar dijo que no tardaría, que la espere unos quince minutos. Entró a la casa de René, saludó a su familia, mintió, dijo que era una amiga del club de lectura donde René solía asistir, el cajón estaba cerrado, solo la mirilla encima del rostro estaba abierta, ella se acercó y acarició el pequeño pedazo de vidrio, sus dedos temblaban, recordó esas tardes en el café que frecuentaban, los paseos por las viejas calles del centro histórico de esa ciudad en el cual fueron invisibles. A su memoria sonaban los tangos que compartían en el hostal mientras conversaban de cosas mundanas, cuando ya no pudo contener las lágrimas salió, no se animó a dejar las flores, pues marcaban su soledad, sus días tristes, el inicio del viaje al silencio.

Amar no es una elección, subió al taxi y pidió al chofer que la llevara al centro, bajó en la esquina de la vieja librería que ambos frecuentaban y caminó, en silencio y llorando, llegó hasta la plaza que está frente a la estación, se sentó en un banco, sacó el ramo de rosas y las fue deshojando, pensaba que el dolor que sentía era el castigo por el amor que no debía haber sentido, la soledad tiene olor a rosas.

18/ ¿Por qué no has venido?

Había terminado la figura de Nuestra Señora de la Dulce Espera el sábado a la noche, el domingo despertó temprano, tomó un baño, se afeitó y antes de las ocho estaba con sus muñecos y figuras en la vereda de la iglesia, fue mirando a todas las personas que entraban al templo, pero no estaba ella, al término de la homilía la gente salió, Domingo vendió algunos llaveros de santos y de la Virgen, pero ella no había ido.

Domingo juntó todas sus chucherías y fue hasta la avenida, siempre tuvo pedidos que no fueron retirados a tiempo, pero luego de todo lo que le había ocurrido en la semana, había esperado con ansías que aquella muchacha apareciera.

Tomó el bus que lo llevaba a la casa de Dolores, durante el camino miraba la figura de la Dulce Espera, bajó en la esquina de la plaza y fue hasta la Capilla de Stella Maris, iba a encontrar a Dolores ahí, se saludaron y fueron caminando juntos, pararon un momento en el copetín de la esquina y compraron cuatro empanadas y dos Sprite, al entrar a la casa fueron directo a la cocina a desayunar.

_ Domingo, el viernes hice un trabajo para un hombre, pidió la intercesión de la Pomba, para amarrar a una muchacha joven, al salir de aquí fue, creo, hasta la escalinata y dejó ahí la ofrenda, ocurrió algo y a dos cuadras un camión recolector lo llevó por delante, quedó destrozado en su vehículo.

_ Vi eso en el noticiero, hasta la muerte debe cumplir órdenes.

19/ Por tus palabras serás condenado

Domingo contó a Dolores lo de la muchacha, la Dulce Espera, el libro de San Cipriano, la nota que encontró dentro el libro, sacó de su bolso la figura, Dolores tomó la figura y la miró atentamente.

_ Creo que no se nota bien que está esperando ¿Si le rellenás más la panza?

_ No cambies de tema hechicera, sabés que estamos siendo utilizados ¿No es así?

_ Todos somos utilizados, quienes trabajamos con ellos, sabemos que podemos cruzar a la otra orilla cuando su voluntad lo diga, no te enamores de esa muchacha.

Conversaron luego de otras cosas, Micaela paseaba sobre la mesa, aquella gata era la peor inquisidora, se dejaba acariciar por Domingo, pero le daba pequeños mordiscos, como amenazando que, si hacia algo que hiriera a Dolores, ella se vengaría.

Retiraron la mesa y fueron al patio, luego escucharon música y pasaron el domingo juntos, eran cómplices, después de almorzar durmieron una larga siesta, al despertar Dolores preparó la merienda, en el patio tomaron té con leche y pan con manteca, rieron de cosas sin importancia.

_ ¿Qué estabas haciendo veinticinco años atrás?

_ No sé, veinticinco años atrás era… 1984. Recordó la nota que encontró en el libro de San Cipriano, estaba firmada el 26 de septiembre de 1984.

_ ¿Por qué me preguntás eso?

Dolores explicó que eso mismo le había preguntado el hombre del amarre y la coincidencia que cuando él estaba en el velorio de su hija, nacía la mujer de quien ahora estaba enamorado y que se habían conocido en el cementerio.


20/ Cientochenta noches después

Lourdes, despertó temprano, tantas noches llorando habían hecho que pierda la costumbre de madrugar, estaba fresco, pero ya habían pasado los meses de mucho frío, mientras desayunaba pensó en aquel hombre que había saludado tanto tiempo atrás, recordó que le había pedido la imagen de la Dulce Espera y nunca fue a retirarla. Dijo a su madre que iría a misa, ella se alegró, después de mucho tiempo vio de buen humor a su hija, preguntó si quería que la acompañe y Lourdes dijo que no era necesario. Llegó a la capilla de San Jorge y se fijó si estaba aquel vendedor de figuras y estampas, como no lo vio entró al templo, al término de la misa, al salir vio al hombre que estaba buscando.

_ ¡Buen día! ¿Me recuerda?

Los ojos de Domingo se iluminaron, esbozó una sonrisa y la saludó cortés, metió su mano y del interior de su bolso sacó la figura Nuestra Señora de la Dulce Espera, ambos rieron, había pasado mucho tiempo, pero Domingo nunca quiso sacar esa imagen del bolso, cada domingo la había llevado, por si alguna vez ella volviera.

_ Falleció un pariente y me dejó muy mal de ánimos, ahora estoy mejor.

_ ¿Vas a llevar tu pedido, aún necesitás pedirle ese favor de un tiempo atrás?

_ Si, vine para eso, pero solo para eso, he perdido mi fe, pero no mi responsabilidad.

Domingo puso la imagen dentro de una bolsa de papel, ella tomó la bolsa y antes de despedirse se miraron, Lourdes dijo que tal vez volvería al siguiente domingo.


21/ Entre domingos

Lourdes retomó la costumbre de volver a ir a misa los domingos, era diferente, pues luego de la muerte de René, perdió casi toda su fe católica, sin embargo le hacía bien salir y conversar con aquel vendedor de la vereda del templo de San Jorge, tenía algo que cautivaba, él le había hablado de los puppets, también había introducido su curiosidad por la magia, sentía atracción por esas cosas, pero siempre le habían dicho que eso no era cosa de cristianos. Bromeaba con Domingo por su nombre: Conocí a Domingo un domingo, solía decirle.

Ella era un alma vieja en un cuerpo joven, le costaba entablar relaciones con la gente de su edad por ese hecho, gustaba de los tangos, sabía todas las músicas de Sabina y la mayoría de sus amigas eran mujeres por encima de los cuarenta años, no acostumbraba salir los fines de semana, porque los lugares de personas de su edad la ponían nerviosa y las conversaciones de sus compañeras de facultad, la fastidiaban, su madre ya le había consultado, de buena forma, si ella prefería a las mujeres en su sexualidad, además no tenía nadie con quien hablar sobre René, sin sentirse juzgada.

Encontró en Domingo un hombre que no tenía prejuicios, su relación con la magia lo hacía místico, alguien raro ¿Cuántos hombres se dedican a confeccionar muñecos vudú? se preguntaba, mientras en su casa leía sobre las imágenes que su amigo le iba presentando, ella se sentía atraída por ese mundo oscuro, guardaba bajo siete llaves de discreción su nueva pasión.


22/ La mirada de Micaela

Era sábado, las nubes oscuras anunciaban una tormenta, las hojas giraban en suaves remolinos por el viento, las hormigas y otros bichos se alborotaban, las aves buscaban refugio. Dolores miró el cielo y advirtió la tormenta en ciernes, juntó sus ropas que había colgado en el patio, estaba anocheciendo, entonces fue a buscar velas del cajón del armario, con seguridad apenas inicie la tormenta, la luz se cortaría. Micaela caminaba a su lado, cuando abrió el cajón donde estaban las velas, Micaela saltó sobre la mesada del armario, dueña y mascota se miraron fijamente.

_ ¿Me estás queriendo decir algo, Micaela?

El animal maulló y fue hasta la imagen de Stella Maris, frente a ella estaba una vela, se sentó frente a la imagen y volvió a mirar a Dolores. Caminó hacia la vela e intentó prenderla, acercó el fósforo encendido a la mecha, por un instante se prendió y luego se apagó, intentó una segunda vez y la llama volvió a apagarse, en la tercera vez que intentó, el gato con la pata hizo que la vela saliera despedida. Dolores comprendió que ella o alguien estaba en peligro, volvió a mirar a la gata y el animal salió corriendo hacia la calle, el viento era más fuerte y empezaba a llover.

_ ¿Domingo, es Domingo?

La gata fue corriendo con dirección a la plaza. Dolroes se apresuró a juntar sus cosas, buscó un paraguas, su bolso y salió a esperar el bus, había anochecido y los relámpagos iluminaban la penumbra. Su figura solo era percibida en cada destello.

23/ Las tormentas son señales

Pasaron veinte minutos de estar esperando el bus, cuando vio venir el transporte, hizo ademanes con los brazos, al subir un relámpago alumbró la plaza, vio a Micaela en la acera. Al llegar a la esquina de la Capilla San Jorge bajó del bus, cruzó el enorme raudal y entró al arrabal donde vivía Domingo, todo estaba muy oscuro, llegó frente a la casa y abrió la puerta, a tientas llegó hasta el dormitorio.

Un relámpago alumbró la habitación, Domingo estaba acostado en la cama, una almohada cubría su rostro, encima de él, una mujer joven, se contoneaba frenéticamente, con sus manos apretaba sus pechos, su cabello volaba con la fuerza del viento y los movimientos que hacía sobre el cuerpo de su amante, Domingo sostenía con ambas manos las caderas de la joven, la penumbra volvió, segundos después otro relámpago volvió a iluminarlos, ella clavaba sus uñas en el pecho de Domingo, mientras él apretaba con fuerza los senos de la mujer, gemían de placer.

Salió de la casa corriendo, lloraba a lágrima viva, gritaba incoherencias mientras corría hacia la salida del arrabal, al llegar al puente que cruza el arroyo, se detuvo, sintió como su cuerpo estaba quieto, hizo el esfuerzo para seguir corriendo, pero no pudo, su cuerpo giró hacia la baranda del viejo puente de madera, abajo el agua corría con furia.

_ ¿Qué debo hacer? ¡¿Qué quieren que haga?!

Dijo gritando al vacío, un segundo después trepó a la baranda y se arrojó al cauce, las aguas tragaron el cuerpo de Dolores apenas se hundió.

24/ Se hizo carne y habitó entre nosotros

La tormenta seguía implacable, relámpagos y truenos habitaban la noche, Lourdes estaba recostada sobre la espalda de Domingo, ambos cuerpos desnudos se buscaban, varias goteras eran el complemento al ruido de la lluvia, él giró y abrazó a Lourdes, quedaron fundidos en un encuentro de piel con piel.

_ Es como si nos conociéramos de antes.

_ No me importa, si es de antes o de ahora, sentí con vos todos los placeres juntos.

Domingo miró hacia la puerta y vio el libro de San Cipriano en el piso, completamente mojado, la antigua nota que había encontrado dentro estaba encima de un charco, producto de las goteras, a un costado creyó ver un gato, pero la penumbra lo hizo dudar, besó de nuevo a Lourdes y ella le mordió los labios. Aquel cuerpo, moreno y perfecto, volvió a subirse sobre él, sus cabellos larguísimos cubrían sus pechos.

_ En un momento sentí que no era yo, que no estaba en mi cuerpo.

_ También sentí eso, pero ahora estoy en mí, te veo y de deseo.

Volvieron a hacer el amor, con la misma intensidad, un grito profundo y largo de Lourdes marcó el punto máximo de su placer, en medio de la tormenta, el grito pasó desapercibido, ambos estaban sudando, el brillo de la luz de los relámpagos iluminaba a los amantes, el placer es el lenguaje del universo, todas las partículas que componen el cosmos buscan eso, la carne es el gran pecado.

Ambos exhaustos quedaron dormidos, desnudos y entreverados, esos cuerpos descansaron profundamente, sin remordimientos, sin límites.

25/ Desde la otra orilla

Domingo despertó muy cansado, estaba sentado bajo un sauce y miraba como el sol caía sobre la otra ribera, la consciencia, faca cruel, lo atormentaba. Caminó por aquella playa de arena gorda y subió hasta la ciudad, llegó a una plaza donde estaba la figura de San Antonio, en esas calles intrincadas encontró refugio, recorrió sus huecos, admiró los jardines, sus azahares. La ciudad lo abrazó, en un parque y a la luz de la luna, olvidó los poppets, los vidrios rotos de su arrabal y disfrutó sin culpas de aquella ciudad, muchos viernes, al terminar de juntar sus cachivaches antiguos que vendía en la Feria de la plaza Americana, iba a olvidar las imágenes del pasado en el jardín oriental, comprendió que a la nostalgia no se regresa sin dolor.

Sus recuerdos estaban intactos, mirando la laguna llena de peces koi recordaba una y otra vez aquella noche, recordaba el cuerpo de esa joven sobre el suyo, sus senos firmes, su cabello, su sonrisa, verla sentir placer, lo llenaba de sensaciones nuevas.

_ Te siento, te quiero. Dijo ella.

_ Te amo, te amo tanto. Respondió él.

Domingo nunca había dicho esas palabras. Para que Santa Justina se haga carne Lourdes debía morir luego de tener sexo, Domingo hizo un pacto con San Cipriano: dejar con vida a su amante a cambio de la vida de Dolores.

_ La consciencia, faca cruel.

Exclamó antes de tirar los últimos pedazos de pan a los peces y dibujar con los dedos el nombre de Lourdes en el agua.

26/ Olvidar es una forma de recordar

Ella despertó, por la luz a través de la ventana percibió que era tarde, buscó una camiseta, no se puso brasier, bajando las escaleras se veían sus piernas y su pantie color negro, su cabellera negra casi le llegaba a la cintura, estaba descalza y sus uñas pintadas de color negro.

Recordaba con claridad como Domingo estaba acostado en la cama, una almohada cubría su rostro, y ella se contoneaba frenéticamente encima, el olor de la casa del arrabal seguía en su memoria, ya no era la misma, comprendió que era otra persona.

Escuchó una música que salía del tocadisco, era Joaquín Sabina, fue hasta la cocina y calentó en el fuego un poco de leche, mientras preparó un sándwich de jamón y queso, apagó el fuego y puso chocolate en polvo a la leche, fue caminando hasta el estar, prestó atención a la música:

Ibas de reina, pero un hechicero te dejó

Sí, convertida en una pobre bruja del montón

Miró con atención al hombre, sonrió cuando lo vio, preguntó cómo se llamaba la música.

_ Bruja, se llama Bruja el tema ¿Vos no saludás Lourdes?

_ Es hermoso verte, te quiero mucho. Finalmente comprendió en el cuerpo de quién estaba.

_ Yo también te quiero mi niña hermosa.

La besó en la frente, ella sonrió y luego se sentó en el sofá, puso los pies sobre la mesa de estar, sorbió un buen trago de la chocolatada. Abrió el diario, en la parte superior y escrito a mano por el canillita se podía leer: René Piany, luego se fijó en la fecha: 12 de abril de 1984.

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